El Patio Andaluz, el “tablao” más trasnochado de España
Desde la misma puerta -antes incluso de bajar por sus escaleras y llegar a la sala- comprendimos que no iba a ser nuestra mejor noche. Pero no nos podíamos ni imaginar el espectáculo que nos esperaba… ni remotamente.
El bailaor principal, que hace las veces de cantaor y por lo que vimos también de responsable de la sala, nos acompañó hasta nuestro asiento. Una vez entramos en la sala, el alma se nos cayó a los pies, porque además de ser los únicos clientes, la decoración invitaba a pensar que en cualquier momento saldrían a escena Ozores, Pajares o Esteso… y es que la estética de este lugar está, al menos, desfasada en el tiempo.
Aunque una imagen vale más que mil palabras -y la foto la tenéis arriba- fueron tantas las sensaciones que se nos despertaron al entrar a el Patio Andaluz, que trataremos de describir un poco más la estampa que nos encontramos… Sólo diremos que en un espacio no demasiado grande había una exposición de abanicos, sombreros, trajes de gitana en un carrito, plantas en el techo, unos enormes altavoces, algunos fulares y unas luces con tonalidades rosa, que imaginamos utilizan para sus espectáculos de Cabaret que programan los fines de semana…
Como os podéis imaginar el resultado es, cuanto menos, peculiar, y es que debe ser complicado aunar el flamenco y el cabaret en un mismo espacio…
Tras una tensa y solitaria espera, salen al escenario cuatro personas: dos jóvenes chicas que bailaban, un joven que tocaba la guitarra y un cantaor, que en realidad es bailaor.
A continuación, describimos el show vivido en el Patio Andaluz: empezaron los cuatro por sevillanas, a continuación se quedaron solas las chicas y continuaron bailando unas sevillanas rocieras que sonaban por los altavoces… Vuelven al escenario (el de la guitarra y el que cantaba) y empiezan por alegrías… al rato vuelven a retirarse y ponen unas alegrías enlatadas para que ellas sigan bailando… Llevábamos como media hora allí y creíamos que habíamos visto todo, pero no, aún quedaba más, y es que nos iban a “regalar” otro baile por alegrías, esta vez sin cante, solo con guitarra y bailadas por el bailaor, reconvertido a cantaor. Tras esto, reventaron una soleá de Alcalá, hasta que por fin remataron con unas rumbas… En definitiva, un espectáculo dantesco
Las sensaciones al salir del Patio Andaluz os las podéis imaginar: pena, rabia, tristeza, frustración y, sobre todo, responsabilidad. Al ver este tipo de espectáculo -más allá de lo cómico o anecdótico- se justifica plenamente nuestra labor, porque a nosotros no nos engañan, hemos visto muchos cuadros, hemos estado en muchos tablaos y ver esto no hará que pensemos que el flamenco no vale la pena o que los tablaos son un engaño, pero quizá para los que nunca han estado antes en un tablao o sea su primera experiencia en el flamenco puede influir -y mucho- en la valoración que hagan del flamenco o de los tablaos.
PD. Si no hemos hecho ni vídeo, ni fotos, es sólo por evitar el escarnio al que pudieran ser sometidos gente joven, que acaba de empezar, y que tienen derecho a aprender, aunque el tablao aún no sea su sitio, quizá en unos años.
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