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Cueva La Rocío, bueno artistas pero...

De tablao en tablao

Cueva La Rocío
Mar 10 2017

Cueva La Rocío, buenos artistas desaprovechados

Cuando el reloj daba casi las 11 de la noche llegamos a la puerta de La Cueva La Rocío, uno de los locales que más años lleva ofreciendo flamenco en el Sacromonte.

Subimos las escaleras y en la terraza nos juntamos los que salían de ver los pases anteriores y los que ibamos a pasar a los siguientes. Hablamos de los pases, en plural, porque en esta cueva se programan dos espectáculos simultáneos, dejando una cueva sin espectáculo entre medias. Es conveniente aclarar este detalle porque, sin duda, cobra protagonismo en la experiencia que allí vivimos.

Nos sentaron en una de las cuevas y, una vez estuvimos todos bien sentados, hicieron su entrada los artistas. Al ver a algunos de ellos nos sentimos profundamente dichosos. Entre los integrantes del cuadro estaban, entre otros, Kiki Corpas, un buen guitarrista con el que hemos coincidido en algunos concursos y festivales, y también la bailaora Vero “La India”, a quien ya la habíamos visto bailar en otro tablao de Granada -el día anterior y otras veces- y nos gustó mucho.

Con estas buenas sensaciones dio comienzo el espectáculo que responde al formato de zambra. Así, en la primera parte del show hubo soleá por bulerías, taranto, alegrías y tangos. En apenas veinticinco minutos sucedió todo esto y, de pronto, los bailaores salieron de la cueva y entraron otros -lo que habían bailado la primera parte en la cueva de al lado-. Esta segunda parte responde más al concepto de zambra y nos ofrecieron, entre otros, la famosa alboreá o algunos villancicos, ya que estábamos casi en navidades.

Los artistas, unos con más desarrollo que otros, eran profesionales y alguno de ellos de los que gustan a la inmensa mayoría de los aficionados, pero si aquella noche, como muchas otras, no brillaron especialmente es debido al formato. Un concepto expositivo que apenas deja tiempo para que los artistas sientan, se dejen llevar y disfruten con cada uno de los estilos que se hacen.

El flamenco es un arte que necesita de la introspección del artista, de ejecutar con mimo y sentimiento, y para ello un estilo diferente cada dos o tres minutos no ayuda… Tampoco salir y entrar de un espectáculo a otro.

 

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